
Más de alguno ha comprometido su tranquila comodidad y su segura estabilidad económica para arriesgarse en ésta intrigante actividad, saliendo de la lucha totalmente esquilado y sin ningún beneficio.
Los perseverantes competidores en su afán por alcanzar tan preciado tesoro, emplean toda clase de artimañas, triquiñuelas y ardides, luchando a brazo partido por vencer a sus contrincantes. En éste juego son permitidas las traiciones, las zancadillas, las calumnias, las difamaciones, las mentiras, el robo, el soborno y todas las celadas capaces de derribar a los adversarios.
En ninguna competencia se observa un almacigo tan variado de tretas y artificios por ganarla.
Al final el gran ganador será el que haya hecho acopio de las más astutas acciones, empleando todo tipo de añagazas existentes e inventando las que hagan falta.
Lo que no se puede negar es que habrá un ganador, habrá uno que conquiste ese botín preciado, aunque para hacerlo haya tenido que venderle su alma al diablo.
(Si conocen alguna realidad parecida, favor informarnos)